jueves, 28 de enero de 2016

Batacazo al vacío - Prólogo

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de soñar? Suena muy cursi, lo se. Tuve la oportunidad de soñar durante toda mi vida… Pero ahora lo echo en falta. Ya sabéis, el mero hecho de poder dormir en una mullida cama, algo tan básico y que está tan lejos de mi. ¡Hecho de menos hasta tener pesadillas! ¿Qué? ¿Por qué? ¿Me lo estás preguntando en serio? Pues porque ahora soy el emperador y máximo señor de este mundo. Es un mundo extraño del que aún no he conseguido acostumbrarme ni lo más mínimo.







No me sienta nada bien estar en vigilia constante, mis peores temores afluyen en mi, mi corazón entra en estado de taquicardia casi constante por el estrés acumulado. Mi estado anímico decae de forma gradual, esto no hay quien lo aguante. Quiero explotar y salir de este lugar, pero me temo que aún siendo el cargo con mayor importancia de este garito no tengo permitido morir. No, todavía no. Soy el jefazo de este lugar, pero verdaderamente… de jefe tengo muy poco.


Como emperador no tengo permitido dormir, debo estar sentado en un trono pequeñito pero soberbio para demostrar mi valía. Debo mantenerme en el corazón de mi castillo, eso influye respeto a mi población. O eso fue lo que me dijeron al sentarme a la fuerza en aquella indeseable silla a la que hacían llamar trono.


Aunque esto de estar drogado constantemente para mantenerme despierto no estaba nada mal… Mantenerme en constante alerta felina me ayuda a no pensar demasiado en todo lo que está ocurriendo.


Y, sin duda, el salón del trono es... una pasada, es prácticamente un cubo hecho de cristal, donde, detrás de las vidrieras de colores hay lava fluyendo. Es lo más brutal que hayan podido diseñar, aunque tiene una pega, gasta demasiada energía en aire acondicionado (eso de construir el palacio dentro de un volcán quizás no fue tan buena idea).


Es incómodo tener que ver tantas calaveras pegadas en las paredes, hay esqueletos completos de animales que difícilmente distingo pues quizá no pertenecen a mi mundo. También se ven los grumos de roca en la lava a través de la vidriera, que me hacen recuerdan a los batidos de mi infancia, aunque mucho más calentitos. Hay retratos patéticos de antiguos emperadores con bigote incluido de fábrica. Aunque por lo menos, es un lugar muy luminoso, eso de la lava es la caña para iluminar, quien lo iba a pensar. No obstante, quizás una bombilla habría sido más cómodo de instalar…


Aunque bueno, tampoco sabría cómo mejorar el salón del trono... nunca fui un buen diseñador de interiores, ¡Ni tampoco he tenido ansias de ser emperador! Yo era bibliotecario, el mejor de todos, sin duda, ¡y el más guapo! (O al menos eso era lo que me decía mi madre antes de ir a trabajar). Hasta que todo aquello ocurrió sin previo aviso…

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