miércoles, 10 de febrero de 2016

Katiusha.

Hacía ya mucho tiempo que Piotr Kropotkin solía caminar por el bosque. Hoy, a diferencia de otras ocasiones, no vino a buscar qué cazar. No. Solo buscaba un paseo relajado, esta vez solo quería buscar algo de inspiración para su próxima canción. No era un buen cantante, pero si disfrutaba muchísimo componiendo algunas melodías con su balalaika. Lo poco que sabía de música lo aprendió de un polvoriento libro que encontró en el desván de su casa, ese libro, aunque él no lo supiera, fue uno de los responsables de que Piotr estuviera aquí. Sin aquel mohoso volumen de música para novatos su padre jamás habría podido conquistar a su madre durante aquella tarde de verano cerca del río Pregolya.


domingo, 31 de enero de 2016

Batacazo al vacío - Capítulo 2: Una colección de ébano y mármol.


Qué buen día hace, pajaritos cantando en los árboles, niños jugando por las calles sin atención de sus padres, ancianas cruzando la calle por ellas mismas... -Pensé para mi mismo, sintiendo un estado de comodidad como que el que hacía tiempo que no sentía. Iba montado en mi moto de camino a mi casa, donde nadie me esperaba, a perfeccionar una semana más mi preciada colección-. Sentir la velocidad y este sentimiento de culpabilidad que recorre mi espina dorsal, es lo que me hace sentir vivo.


Para los pocos que a estas alturas no me conozcan, soy Mathias Porter, o como mejor me conocen en Kansas "Ocho": Sociópata, alcohólico y cleptómano. Esos son los tres adjetivos que más me han repetido durante todos los años de mi vida, y nos les culpo, en realidad no estaban muy alejados de la verdad. Soy un tipo estancado en unos años que hace tiempo que pasaron, aquellos días en los que el cuero aún se llevaba y las gafas de sol eran únicamente un símbolo de rebeldía.

jueves, 28 de enero de 2016

Decisión.

Con todo lo que tiene que hacer, con todo lo que quiere ver -Me dijo mi mayordomo nada más ver como caía en la cama tras un día agotador, él se preocupaba muchísimo por mi aunque yo no quisiera prestarle tanta atención-. Despierte, deje los sueños en su mente y luche por lograr sus metas. No deje que otro le cuente lo que pudo haber sido -Me decía, empezando a alterarse a medida que iba incendiando su verborrea, él sabía lo que decía, pero parecía que estuviera desquiciado-. Lo que uno debe hacer no está muy alejado de lo que quiere. No permanezca inmóvil, ingrávido, en un cobertizo de cartón que a la primera que llueve se desmorona. Usted decide ahora quien quiere ser, abra los ojos. 

Y los abrí, nada más que para ver un rostro torturado, unos ojos de alguien que se arrepentía de no haber vivido como habría querido. De no haber respirado lo suficiente. 

Entonces la calavera que tenía en la mesa de noche, atemorizante y fantasmagórica, comenzó a hincharse de sangre. De venas. Músculos. Tendones. Piel. Más piel y pelo. 

Batacazo al vacío - Capítulo 1: Un paquete sin aviso.

No suelo ser crítico, y bien, no era un médico de la gran ciudad, pero sabía de primera mano cuales eran los defectos de mi persona. Yo, Joan Defroux desde fuera resultaba inquietante y paliducho, pero para los que me conocieran, sabían que resultaba incluso más excéntrico. Soy relativamente joven, no había llegado a la treintena, aunque estuviera cerca. Mi olor corporal no era por lo que destacaba -Aunque no era mi peor faceta-, se podría decir que no era un tipo que destacara, sin duda, era un tipo bastante corriente. 

Tuve una infancia marcada por las continuas peleas de mis padres, quienes ocultaban sus conflictos bajo una incómoda música folclórica que realmente no tapaba nada. Pasé mis primeros años en las frías, pero entrañables montañas de Suiza, de donde eran originarios mis padres. Por lo que no me quedé otra que refugiarme en la tecnología desde mi más tierna infancia para alejarme de esta incomoda faceta de la vida llamada realidad.


Batacazo al vacío - Prólogo

¿Alguna vez has tenido la oportunidad de soñar? Suena muy cursi, lo se. Tuve la oportunidad de soñar durante toda mi vida… Pero ahora lo echo en falta. Ya sabéis, el mero hecho de poder dormir en una mullida cama, algo tan básico y que está tan lejos de mi. ¡Hecho de menos hasta tener pesadillas! ¿Qué? ¿Por qué? ¿Me lo estás preguntando en serio? Pues porque ahora soy el emperador y máximo señor de este mundo. Es un mundo extraño del que aún no he conseguido acostumbrarme ni lo más mínimo.




miércoles, 18 de marzo de 2015

Pequeña ave dorada ¡Píame!

Me quedé a solas, limpiando como de costumbre, no era algo que me agradara, pero alguien tenía que hacerlo. Era una tarea solitaria, pero necesaria para todos. Fue una noche extraña. Para nada común. ¿Inesperada? Podría decirse que si. El interior de la carpa brillaba con total explendor, los focos me cegaban, las luces lilas y turquesas emitían unos destellos espectaculares. 


lunes, 16 de marzo de 2015

Acorde al miedo.

Caminaba lentamente por aquella luminosa ciudad. Estaba repleta de olores agridulces provenientes de restaurantes de todo tipo. Con un paso lúcido, recorrí sin rumbo fijo las calles por las que pasaba. Sin dejar de pensar en ella. Esas ideas me perseguían. Su imagen, su precioso rostro y sus caricias me pisaban los talones. Aunque intentaba evadirlas huyendo, sabía como seguir mi rastro. Su sonrisa no desaparecía de mi mente ¿Por qué sigues aquí? Me repetía una y otra vez.

Decidí sentarme, calmar mi ansiedad tomando algo para picar que había traído conmigo: Una bolsa de algo desconocido que decidí comprar en una tienda de productos asiáticos. ¿Su sabor? Era espantoso, pero tenía demasiada hambre como para dejar de comer. A veces, pensaba que había tocado fondo ¿Era así como quería vivir? ¿Alimentándome de cualquier cosa que se me cruzase por el camino por asquerosa que fuese?

Tras el tentempié volví a caminar, cuando de pronto noté como mi bolsillo empezaba a sonar, me llamaba. Era ella. Sin embargo, fui incapaz a coger el teléfono. Dejé que sonara. Paró. Justo entonces, por casualidades de la vida, acabé en la plaza en la que nos dimos el último beso. Debo de admitir que aquella no fue una caricia cualquiera. Se trató del instante más espectacular de toda mi vida. Noté como se paró el tiempo, todo a nuestro alrededor calló y quedamos a solas ante la multitud.

Ese sería el mejor beso... Y el último. Ya no volvería a ver su condenado rostro. Decidí que jamás volvería a verla. "No volveré a enamorarme" -Pensé. Hay que ver, como miento.